22/3/09

Viene y va

Tenía tanto para elegir que no me fijé bien.
Hoy queda poco y nada, como una mente ordenada.
Quisimos hacerla redonda, para levantar cabeza.
Lo único que sobró fue egoísmo y pereza.

Cada acción... Nunca se completa.
¿Podrías llevar eso en el alma?
Cada acción... Siempre en reversa.
Ya ni pueden llevarlo a dar una vuelta.

Él no va a ser salvado en un juicio.
Ni va a jugar un papel importante
Solo lo van a sacar de quicio.
Para asignarle un falso rol en los debates.

Una vez aprendió algo nuevo, algo que lo cambió.
Se dio contra la pared para no creer la verdad.
Y lo único que logro, fue rebotar y fracasar.
De repente se dio cuenta que no sufrió, solo fue una etapa.

8/3/09

Una cuestión de confianza

Una vez existió un hombre que cada día de la semana se tenía que despertar a las 8AM para poder ir a su trabajo. Lo curioso, es que éste individuo se despertaba con el ruido de la apertura de puertas de una fábrica muy cerca de su casa. Nunca un despertador, una alarma, lo que fuese, siempre a las 8 estaba arriba. Nunca un fallo de la fábrica que le haga peligrar el trabajo de esta persona. ¿Cómo es que ésta persona siempre podía confiar en la fábrica? ¿Qué podría haber pasado sin un día cerraba? Por quiebre, luto, o por lo que al dueño se le ocurra, cualquier cosa podía ocurrir y sin embargo éste hombre confiaba en algo que ni siquiera sentía algo, no tenía sentimientos, ¡No era una persona! Era simplemente una fábrica.
Para profundizar la vida de este señor, no tenía familia. De sus padres nadie sabía nada, nunca se casó ni mucho menos tuvo hijos, nada de hermanos o hermanas, era un alma solitaria en una vida llena de corazones.
Un día, como lo eran todos, tenía una melodía en su cabeza. Estuvo todo ese día intentando averiguar no solo de donde salió esa melodía, sino por qué la tenía en su cabeza. En su trabajo era difícil preguntar, era un zapatero que no le costaba mucho su trabajo, parecía que había nacido para vivir de esto.
Un día descubrió que esa canción no pertenecía a nadie, ni a un compositor de música clásica, ni un viejo blues, ni al rock n’ roll. ¿Cómo era esto posible? Dado que no existía tal canción. Éste hombre no podía recibir una onda sonora, no podía escuchar. A la vez estaba tan solo que la única chance que tenía de confiar en alguien, o mejor dicho, en algo, era una fábrica, que ciertamente lo hacía y muy bien.
Se dio cuenta lo triste que era su vida y no tuvo otro remedio que confiar en sus sentimientos, en sus sueños… Y morir, porque vivía en un mundo de sueños donde la confianza era pura pero sin nadie en quién depositarla, ni siquiera en una fábrica, ya que no existía, era todo producto de su inconsciente para utilizarla como despertador. No valía la pena vivir en un mundo donde la música era única pero sin nadie con quien compartirla, y esas son cosas con las que uno no puede vivir. Aunque… Rescatemos algo, la música siempre va a estar, y hasta que alguien no la experimenta, no tiene sentido morir.